5 de mayo de 2016

Reencuentros

Hoy he vuelto a hablar con Él, aquella persona que tanto daño me hizo pero de la cual me enamoré.
Tuve que echarle valor y por eso hoy escribo estas líneas. 
Me temía lo peor. 
Me temía a mí.

Esta mañana me levanté pensando en hablarle, en preguntarle qué había pasado en estos dos años en su vida, qué le había hecho reír, qué le había hecho llorar, de qué había tenido miedo, quién era su refugio, quién llevaba sus cargas.

No fue tan mal.

Comenzamos hablando, distantes, intentando hacer que aquella situación no fuera más incómoda de lo normal, intentando que no se nos fuera de las manos. Hablamos del pasado, de los recuerdos que guardamos, de los que creemos perdidos, de la culpabilidad, de el porqué de todo, de lo que creíamos y no era. Intentamos resumir dos años en pequeñas frases a través de una pantalla. 
No hubo muchos reproches, solo eran palabras que te hacían ver una realidad.

Volvemos a ser extraños que una vez se conocieron realmente bien.

He derramado alguna lágrima para limpiar mis pensamientos, para equilibrar mis emociones.
Pero estoy bien, no hay de qué preocuparse.
Voy a estar bien.