24 de abril de 2014

Empecemos. Sin miedo.



Nueva historia

Nueva vida


Déjame que te cuente algo, cómo la vida da vueltas y marea. Cómo a veces no hacen falta meses para sentirlo, sino instantes. Cómo de pronto alguien apareció a (re)construirme sonrisas en todo lo llorado. Cómo alguien vuelve a pararse en mis ruinas y en vez de contemplarlas sin sentir nada, decide reconstruirlas a base de buenos momentos y detalles que te hacen ver que eres especial. Y, cuando más lo temía, su voz vuelve a hacerme temblar sin entenderlo. Marca la diferencia y rompe los esquemas que tenía, hace tiempo, muy seguros conmigo. Su mirada saca ese nerviosismo que toda persona ansía sentir y convierte las horas en minutos sin siquiera saber cómo lo hace. Las dudas comienzan al querer entender qué es lo que sentimos. Qué hay detrás de hacerse los locos. Pero ya lo sabemos. Todo. Y nos acercamos. Me besa la frente y se resiste a mis labios. Me roza y tiembla. Temblamos. Nos paramos. Su corazón late con rapidez cuando decido reposar mi cabeza en él y en ese momento sé lo que dice sin querer decir nada. Un susurro puede traspasar el silencio. Un abrazo nos hace ver más allá y nuestros dedos, entrelazados, nos aseguran un presente que estamos dispuestos a construir. Y me hace sentir de nuevo, me hace creer que es él a quien merecía esperar y quien quería ofrecerme un paraguas para que la lluvia dejara de calar mis huesos y, sin darnos cuenta, ya había salido de allí. La lluvia había cesado después de tanto vivir y así conseguí ver su sonrisa bajo la luz del Sol que me cegaba y me hacía devolverle una sonrisa sincera que llenaba cada parte que tenía miedo de volver a ser la chica que aprende a querer sin querer. Y no me importó nada más. Hacía meses que todo había cambiado en mi manera de sentir y me había hecho creer que nada bueno me esperaba, que el tiempo no me iba a traer a alguien a mi vida que me diera todo lo que me faltaba, todo lo que necesitaba. Me resignaba al ser dura de cabeza y corazón, pero vino y me hizo ver que si tenía ojos para él, mi pasado ya había sido superado por completo y había conseguido barrer las cenizas de un amor anterior. Y no pienso arrepentirme de nada. Me gusta demasiado como para asumir las consecuencias de todo lo que vivamos. Nos toca vivir. A ti. A mí.


Por bonitas casualidades de la vida apareciste tú.
Si me equivoco o no, no quiero saberlo.
Pero quiero sentir, contigo, mis días.
O empezar. Y dejarme llevar.


7 de abril de 2014

Echando tierra encima de cada ceniza que una vez fue sonrisa.

Eso cuentan. 
O eso creo recordar.

Supongo que lo que le pasa a la gente, en ocasiones, es que dejan de valorar cada cosa que hiciste por ellos cuando todo iba genial y cuando, de pronto, todo empezó a empeorar y sentían que el mundo se les venía abajo. Dejan de lado todo aquello que hiciste por ellos. Todo lo que te desviviste por ellos. Y te tratan como una mierda cuando vuelven a estar bien con sus vidas mientras acaban olvidando todo, ya sea de golpe o poco a poco. Mientras te acaban olvidado a ti junto con todo lo que compartisteis. Mientras acaban olvidando que tú una vez fuiste la razón de mil sonrisas solo porque ya saben sonreír sin ti y junto a otra persona. Junto a otras personas.

Qué triste. Me da pena la gente así. 
Qué poco saben de la vida. 
Qué poco saben vivir.

Y, sin embargo, la suerte les sonreirá, porque la vida es así de extraña. Porque la vida es así de injusta. Porque la “justicia poética” no actúa como es debido. Porque la vida es así. Y serán felices, a su manera. Con esa clase de felicidad que nunca te llena del todo. Esa felicidad a la que siempre le falta un pequeño hueco imposible de llenar. Sinceramente, ojalá no comprendáis esa clase de felicidad. Ojalá no. 
Te deja unas ganas insatisfechas. 

Una sonrisa que no acaba de hacerte sentir.

Pese a todo, seguirán pasando los días, inquebrantables, e irán dejando de lado a cada persona que nunca les iba a defraudar. Cada persona que nunca les iba a dejar caer. Cada persona que solo intentaba hacer de sus días algo mejor. Cada persona dispuesta a salvarles cada vez que hiciera falta. Cada persona que sí sabe estar ahí, en las buenas, en las malas. Siempre. Porque no todos saben qué implica. Porque no todos saben cumplir su palabra. Yo, por suerte, sí. Y creo que es de lo que estoy más orgullosa de mí.

Y, mientras ellos se dedican a echar tierra encima de recuerdos y buenas intenciones, yo me dedicaré a apreciar cada momento. Siempre valorándolo en su justa medida. Siempre recordando qué había tras todo ese montón de excusas, borderías y toda esa "mierda" que vino después. Que nos inundó después. Y no por mí. Porque yo siempre estuve dispuesta a hacer las cosas bien. Siempre. Pero bueno, qué más te da. Qué más os da.

Y así es la vida. Y así pasarán los días. Y así cesarán las ganas. Y así empezaré de nuevo. Y así viviré haciendo que cada día cuente. Y así seguiré cumpliendo cada promesa. Y así daré sentido a cada palabra que, al final, quiebre mi voz. Y así sonreiré con esa clase de sonrisa que sí te llena del todo. Y así dejaré atrás aquellas lágrimas. Y así volveré sobre mis pasos. 

Y así, seguramente, me volveré a equivocar.

Pero merecerá la pena. Durante el tiempo que así lo desee.

Y así...
Tal vez...
Me iré sin decir cuándo o porqué.
Simplemente porque es inútil seguir.
Porque es mucho tiempo y yo ya me cansé.


Y aquí me ves hablando en plural sobre lo que la gente ha hecho conmigo cuando podrías leer, entre líneas, que vuelvo a hablar de ti. De lo que hiciste. De lo que me hiciste. De lo que sigues haciendo.
Pero quizás esto es una carta.
De despedida.

Nuestra despedida.



30 de marzo de 2014

20 primaveras


Borrón y sonrisa nueva

Aunque sea difícil de creer, estoy bien. Increíblemente bien. 
Hasta a mí me parece algo, un tanto, surrealista.

Me veo un poquito más capaz de aguantar cualquier cosa que venga. Quizás es lo típico, te haces más "fuerte" a base de palos, de decepciones y un largo etcétera; qué os voy a contar que no sepáis. 

He aprendido muchísimo de todo esto, de todos estos meses, de aquella que entonces era, de mí, de las personas, de los sentimientos, de la vida. Y me atrevería a decir que incluso del tiempo y de cómo cambia las cosas.
Todo eso lo tenía aprendido desde hace mucho, tendría tanto que contar, pero, sin embargo, ha sido ahora cuando más me he dado cuenta de ello. Cuando, quizás, más lo he sentido.

En definitiva, las palabras se quedan ancladas en un momento, en un instante, en una excusa, tal vez, y no, no regresan. Ni falta que hace. No voy a lamentarme, sencillamente es así. Para cada uno tiene una importancia relativa. Para mí, bueno, quien me conoce lo sabe y con eso me es suficiente.

Y fíjate tú que, pese a lo que ha ocurrido, me siento de maravilla conmigo misma. Por todo, absolutamente todo lo que hice desde aquel día hasta hoy y seguramente lo que vendrá a partir de aquí. Porque sí.

Y, como final, algo sencillo. Breve. Directo.

Justicia poética.

29 de marzo de 2014

Comprensión retroactiva



Quizás en aquel día deberías haber dicho todo lo que callaste por miedo a que desapareciera aun sintiendo muy dentro de ti que no iba a tener valor de regresar, quizás deberías haber dicho mil cosas hasta desahogar la ira que provocó en ti, la decepción que sentiste al ver que las palabras se las llevó la marea y aquella brisa de invierno, el daño que te hizo al reabrir cada cicatriz que curaste con sal, las ganas consumidas, las promesas incumplidas; todo. Hasta quedarte vacía. Hasta sentir que no hay necesidad de volver a cruzar una palabra más sobre aquello. Hasta sentir que la historia quedó suspendida en momentos de felicidad y una curiosa esperanza. Hasta sentir, quizás, que aquellos meses en los que habías dado todo, tendrían siempre algún sentido. 



Y, no te lo niego, tal vez sus formas no fueron las más indicadas, tal vez no hay perdón, tal vez tampoco rencor. Tal vez ni siquiera importa ya y en pocos días has conseguido abrir los ojos y darte cuenta de todo lo que siempre quisiste obviar, todo aquello que estaba ahí, delante, esperando en silencio a que te dieras inesperadamente esa clase de golpe que te devuelve toda la razón que perdiste en una sonrisa, en una mirada, en caricias, en silencios, en esa dichosa complicidad, en un sentimiento. Aquella razón que te dedicaste a perder en una sola persona. Tal vez esperaba pacientemente a que vieras que desde hace tiempo tan solo tú te quedaste anclada en palabras que sonaban demasiado bien para ser verdad y, solo entonces, decidiste renunciar. Decidiste tragar todas las palabras que podrían haber quemado cada ruina que quedara en pie y te conformaste con un simple:


"Se feliz y ojalá te sepan querer y dar lo que yo no pude".


Sonreíste.
Decidiste irte.
Y nadie supo nada más.

21 de marzo de 2014

Últimas palabras para ti


Ayer, 20 de marzo comencé una nueva etapa en mi vida. El mundo laboral sin el apoyo y los ánimos de Él. Ese mismo día, a las pocas horas de regresar a casa algo pasó. Algo acabó rompiéndose del todo. Se esfumó todo. De golpe.

Él me dijo que en su vida ya había otra persona. Ya no era yo. Ya no había absolutamente nada. Ya no me dedicaba a mí mil palabras y pensamientos. Ya no era yo su "todo". Se acabó. Mi corazón dio un vuelco y aunque no me creáis sentí cómo se abrieron cada una de las heridas que tenía. Mil pedazos cayeron al suelo. Se desangró. Pero todo eso ya lo sabía, hace meses. Solo que siempre me resigné a reconocer que ya no había nada, ni siquiera por mi parte. Solo había daño.

¿Cuánto lloré? ¿Cuánto grité? ¿Cuánto odié cada palabra? 

¿Sabéis? Le eché cosas en cara, aquellos "espérame", aquellos "aguanta que te recuperaré aunque me cueste", aquellos "ahora no soy capaz, dame tiempo". Le di todo cuanto pude, cuanto quise, cuanto veía capaz y... No sirvió.

Tras todo aquello, le dije que fuera feliz, que se cuidara y creyó que desaparecería de su vida y, en aquel momento se lo negué. Quería que siguiera siendo una parte importante en mi vida pero... No soy capaz. Pretende que sea su "amiga" pero incluso Él sabe que eso es muy egoísta. No, imposible. No se me da bien. 

Me prometí a mí misma que pararía toda esta historia cuando hubiera alguien en su vida y... Así es. No he necesitado pasar página, esta vez la hemos quemado los dos.

Pero hasta aquí llega todo. Lloré durante casi toda la noche, hasta caer rendida y amanecí igual por lo que le dije que necesitaba mi tiempo, no podía estar ahí, me había hundido toda esa idea. Quería que fuera feliz desde el fondo de mi corazón, porque siempre fue bien cuando estuvo a mi lado aunque luego todo se volviera catastrófico por lo que, por todo ese tiempo, pienso que se merece ser feliz. Volveremos a encontrarnos, quizás, cuando mis heridas las cure otra persona.

Le deseo lo mejor, que le sepan cuidar y querer como yo hice desde el principio.
Pero aquí acaba todo. Aquí se acaba nuestra historia. 

Sé feliz, pero esta vez sin mí

1 de marzo de 2014

Odio y amor. Nosotros


Nuestra historia ya había comenzado cuando el primer “te odio” salió de mis labios. Ese odio a cómo me hacías sentir. Ese miedo a cómo me hacías feliz, a esa manera de hacerme vivir.


Tú, inocente o no, no tardaste en decirme “Pues del odio al amor solo hay un paso, valiente” Qué ingenuo. Aquel “Te odio” guardaba un sencillo, y a la vez temido, “Te quiero”.


Solo hicieron falta 180 días conociéndonos en la distancia y una pequeña locura de viajar donde vivías para que aquellas palabras fueran pronunciadas. ¿Quién comenzó? Tú.

Fuiste el primero en abrazarme mientras lloraba aquel 20 de Agosto y me aseguraste que lo nuestro no serían tan solo aquellos 8 maravillosos días que vivimos juntos en tu casa, en tu cama, en nuestros labios, en nuestros cuerpos. No sería tan solo eso y me dijiste que todo iría bien. Creo que fue la primera vez que sentí que sería verdad. Solo por ti. ¿Qué vino después? Un “Te quiero”. Tus labios fueron testigos de aquellas palabras y del beso tan sincero que vino después. Era una noche increíble de verano, éramos solo tú y yo y ya, entonces, nos empezó a sobrar mundo.

Fue allí, en aquel momento, donde temí lo que el tiempo traería consigo. Pero qué más daba, qué importaba. Estábamos juntos.

Aquella misma noche, unas horas después, mientras me aferraba a tu cuello te susurré: “No sé si es demasiado pronto o no, pero te quiero, y es lo más seguro que he tenido nunca en mi vida”. Y me callaste a besos.

Ese susurro, ese dichoso susurro fue un golpe demasiado fuerte para mí. La coraza en la que había protegido mi corazón se quebró. Aquel “Te quiero” que oí de tus labios me dejó expuesta por completo a ti. Te dejé ver todo mi caos, te di las llaves de mi pequeño mundo (o quizás ya hacía tiempo que te habías colado tú solo) y reconstruiste cada ruina a base de besos y sonrisas que parecían no tener fin. Y tú, sí, tú, me diste la oportunidad de ser yo quien te salvara de ti mismo y me convertí en “tu pequeño mundo”, “tu pequeña felicidad”, “tu vida”.

En aquellos días no necesitábamos nada más y esperé, me prometiste, me aseguraste y creí que nunca te irías de mi lado. Que siempre estarías ahí para mí.

Hoy te escribo 283 días después de que te marcharas de aquella manera tan inesperada, prometiéndome volver, prometiendo que me recuperarías y yo te prometí esperarte, seguir ahí cada día. Y yo, al menos, así lo hice,

Hoy te escribo aun sabiendo que jamás volverán esos días, nuestros días. Hoy te escribo aun sabiendo que tus labios ya son de otra. Hoy te escribo sin saber cómo o por qué, pero te escribo como tan solo a ti sé.



Quizás nunca fue pronto para decir “Te quiero”.

Quizás no es tarde para escribir “Te odio”.

Tan solo es un paso.

Tan solo es un fin.

Valiente.




4 de febrero de 2014

Para mí. Para ti.


Pequeñaja, lee esto cada vez que quieras entrar aquí a escribir sobre cuánto le quieres y le echas de menos. En definitiva, sobre Él.

¿Cómo empezarte a hablar sobre algo que ya sabes en lo más profundo de tu corazón?

Aún no sé qué palabras utilizar, qué hacer para decirte que ya. Que pares. Que se acabó. Que luchasteis en contra de las circunstancias en una batalla que era de dos, pero no era posible seguir tú sola, no, así no podías.Así era imposible. Te prometo y te aseguro que lo intentaste cada día, aunque no tuviera sentido, aunque no te quedaran fuerzas para mantenerte en pie, aunque no te diera razones para seguir, aunque solo tuvieras indiferencia. Diste lo mejor de ti en una batalla en la que si Él no se hubiera rendido tan fácilmente, habríais ganado. Habríais ganado a todas las circunstancias que se hubiesen puesto en vuestra contra. Habríais conseguido ser felices, como lo fuisteis cada día que estuvisteis juntos.

Han pasado muchos meses, ya mismo harán 8 meses desde aquel 24 de junio en el que te dejó sin más. ¿No crees que ya es suficiente? ¿No crees que es momento de terminar esto? ¿No crees que tú misma te has hecho suficiente daño? ¿No crees que ya le has dedicado mil letras sin respuesta, sin reacción alguna? ¿No crees que ya te ha rechazado lo suficiente? ¿No crees que ya le has gritado el suficiente tiempo todo lo que le quieres y todo lo que estás dispuesta a dar por Él?

Hace unos días te diste cuenta de las razones por las que ya no le importaba demasiado qué sentías, qué podría hacerte daño que Él pudiera causar. ¿Recuerdas esa fotografía que puso? Hace tiempo puso una de ese estilo y la quitó porque sabía que te había hecho daño ya que contigo nunca puso alguna y en su lugar puso una que le recordaba a ti pero esta vez, este día, fue diferente. De pronto, la viste. Sí, en primera plana, para ti. ¿Recuerdas las 3 horas que te pasaste llorando hasta caer dormida cerca de las 3 de la mañana aun teniendo que madrugar ese mismo día? ¿Recuerdas la angustia? ¿Recuerdas cómo temblabas entre las sábanas sin encontrar consuelo alguno? ¿Recuerdas cuánto empapaste la almohada de lágrimas? ¿Recuerdas cuántos gritos callaste? ¿Recuerdas lo perdida que te sentiste en aquel momento? ¿Recuerdas cómo no eras capaz de salir de ese puto laberinto en el que tú sola te metiste? Y era una estupidez, una foto, su "mejor amiga" y veinte cosas más pero sé que te dolió lo que significaba... No la foto en sí y una frase como "Normal que sientas que te has perdido cosas de su vida, hace tiempo que te echó de ella, ¿qué pensabas?". Supongo que eso acabó rompiendo lo poco que quedaba de ti.

¿Crees quizás que todo eso merece la pena para ti? ¿Ese llanto? ¿Esa preocupación? No, pequeñaja. No merece la pena cómo te autodestruyes por alguien que tan solo ha llorado dos días por ti, cuando te dejó y cuando le mandaste aquel mensaje diciéndole todo lo que sentías y habías sentido, aquel por el que una parte de ti se sintió liberada de todo aquello. Lo dejaste escrito aquí, a principios de noviembre, lo sé. 

Solo puedo decirte que no mereces toda esta situación tan desastrosa y nunca quieres admitirlo. Buscas mil maneras de hacerte sentir culpable cuando no has hecho nada malo. Lee bien, nunca hiciste nada malo por Él. Te comportaste como una buena amiga, como una novia genial. Le diste tu cariño, tu comprensión, toda tu confianza, le contaste secretos, abriste tu mundo solo a Él, le dabas toda tu atención si lo necesitaba, le dabas su espacio, tenías mil detalles con Él, le cuidabas pese a los kilómetros que os separaban,le consolabas, hacías que tus brazos fueran su refugio, luchabas cada puto día, intentabas sacarle una sonrisa en los peores momentos, procuraste siempre que fuera feliz, volabas a Barcelona lo más pronto que podías para que estuvierais juntos, hacías malabares para que todo fuera bien y lo único, lo único que pedías era que te diera lo mínimo de lo que tú le dabas cada día. Y te pido por favor que no te engañes, lo hizo. Él durante muchos días, durante mucho tiempo, lo hizo genial, era la persona que había conseguido hacerte feliz, eso que creías imposible. Te cuidaba y tenías a la persona que más te había llegado a querer a tu lado, tenías a alguien que siempre estaba en los momentos que más lo necesitabas... Simplemente, era cuanto querías, cuanto buscabas y sé que en el fondo sigues pensando que ese chico que tanto rompió tus esquemas sigue detrás de todo ese orgullo y que sigues esperando el milagro de que se dé cuenta de lo que ha perdido y vuelva. Sigues con esa mitad del colgante en tu cuello y siempre que puedes acabas pensando en cómo estará, si estará bien o mal, si necesitará apoyo o un simple abrazo para sentir que todo está bien. Sé que sigues mirando la caja donde guardas vuestras cosas y esa llave que sigue colgando de tu cuello... A veces la agarras entre tus manos y le recuerdas con esa cara de embobado que se le quedaba por ti y lo feliz que eras... 

Madre mía, cómo llegaste a querer tanto a alguien. Alguien que pensaste que lo mejor era resistirse a ese sentimiento que nacía de ti y llegaste a comprender que no podías evitarlo. Era Él, solo Él y su sonrisa, su voz, sus abrazos, sus bromas, sus besos, sus defectos, su imperfección, sus detalles, sus consejos, su risa, su mirada, sus caricias... Él.

Pero, lo siento, he de contarte un pequeño secreto. Todo lo bueno se acaba. Todo lo bueno se acaba si una de las dos personas falla, si uno de los dos decide no seguir y no, no es culpa tuya. Siempre fuiste suficiente para Él, siempre fuiste más de lo que Él esperaba y todo lo que vivisteis juntos en ese tiempo fue real. Te pediré también que no le odies, que a veces los sentimientos cambian pero nunca te convenceré de que le perdones por haberte hecho esperar cada día a que de pronto abrieras esa dichosa puerta y Él estuviera detrás, con los brazos abiertos, diciéndote que todo estaba bien, que venía solo a recuperarte, como bien te había hecho creer, y que ojalá no hubiera cambiado lo que sentías. Nunca te diré que le perdones y sé, muy a mi pesar sé que nunca le perdonarás estos meses en los que solo ha ido echándote de su vida a patadas. No lo merecías, créeme. Merecías tener una buena relación por todo lo que habías hecho por Él, por todo lo que Él había visto que habías logrado cada día solo por querer que estuviera bien a cada instante. No se supo comportar, no pudo soportar la situación y, siento decírtelo, quizás no pudo aguantar todo lo que le querías porque Él quizás no te llegó a querer con la misma intensidad que tú.

¿Recuerdas cuando te dijo que Él tenía tu perdón porque siempre le habías dado todo? Que no se equivoque... Te ha hecho muchísimo daño y muchos dirán que merece lo peor de ti, pero no cedas, no cambies por el dolor que sientes. Se esa chica que quiso con locura cada día que estuvo a tu lado, sin cambiar absolutamente nada de ti por el dolor que te ha hecho sentir, por todas las lágrimas que has llorado. Se esa chica, siempre, por favor.

¿Sabes por qué?

Porque vuestro pasado no merece ser quemado por el dolor que vino después. Vuestra historia fue increíble, empezó por una casualidad y os arriesgasteis a quereros por encima de todo durante un tiempo. Y, lamentablemente existen muchas clases de finales, algunos felices, otros tristes y, otros, necesarios. Aquí he de decirte que quizás el vuestro fue tristemente necesario... Pero ya no puedes hacer más, no puedes inventarte nada para que regrese si no quiere, si no te quiere nada ya. En todo este tiempo no ha querido volver, es así, nada se lo impide, tú puedes hacerle feliz y lo sabe y, aun así, no ha decidido volver como te prometió aquel día.

Asúmelo. Sigue y sonríe. Sé que aquella sonrisa tan sincera solo la causó Él, solo Él podría hacerla posible; pero te mereces estar bien. La batalla ha terminado sin tú quererlo, sin tú desearlo. Es hora de guardar tus armas y recuperarte. Tomar aire y soltarlo todo.

Es hora de dejar ir

Y muchos te preguntarán, ¿cuánto tiempo llevabas enamorada de Él? ¿Cómo seguías dando tanto, por mínimo que fuera, a cambio de nada? Era y es una locura… A veces no hay palabras para definir eso.



Y tan solo te limitarás a decir que sí, hay una palabra. Tan solo una: Amor. Has estado enamorada de Él, ¿qué esperas? Si te refieres a la palabra que significa preocuparse por alguien más allá de todo lo sensato y querer que tenga todo lo que quiere, sin importar cuánto te destruya… Esa palabra es amor. Y, cuando amas a alguien, simplemente no paras… Nunca. Incluso cuando el resto te mira con pena o te toman por loca. Incluso ahí, especialmente ahí. No te rindes, decides no rendirte porque si pudieras, si tan solo pudieras tomar los consejos de todo el mundo y superarlo y encontrar a alguien que no fuera Él, entonces no sería amor. Eso sería otra cosa por la que sentirías que no vale la pena luchar. Pero, en aquellos días ni ahora piensas que eso sea así.

Recuerda, todo tu pasado fue real, increíble y viviste cuanto quisiste. Nunca, nunca perdiste tu tiempo. Hiciste cuanto pudiste y más y acabaste descubriendo cuánto eras capaz de querer y entendiste, sin miedo y arriesgándote al máximo, lo que era el amor, lo que era un sentimiento compartido, lo que era la complicidad, la tentación, esa dichosa química y esa gravedad que te lleva a aferrarte sin miedo a sus brazos, a creer en imposibles, a creer que la vida es mejor de lo que nunca habías pensado, a ser feliz. No te arrepientas nunca de haberte enamorado, fue lo mejor de tu 2012, de esos 18 años y lo mejor de la mitad del 2013 porque estuviste a su lado. Solo por esa historia tan increíble ha merecido la pena, siempre. por Él, por vosotros. 

Recuerda siempre lo bueno, deja lo malo atrás y piensa en Él sin que cause dolor, inténtalo. Deja que el tiempo pase. Deja todo en sus manos y retírate. Ahora, aprende a dejarlo ir. Aprende a volver a construir tu vida sin que Él sea el centro de tus días, de tu vida. Aprende cómo era la vida antes de conocerlo y vívela. Deja que el tiempo decida si Él vuelve o si se va para siempre. Pero deja de destruirte cada día, por favor. 

Es suficiente.

Le quisiste con todo tu corazón, se lo diste todo cada día que estuviste o no junto a Él, lo sabes, lo sabe, siempre lo ha sabido. Seguramente no cambiará ese sentimiento pero llevas mucho tiempo mirando solo por Él, por su felicidad, haciendo lo que Él necesitaba, lo que Él quería y ahora, aunque cueste, toca mirar por ti, por poco o difícil que resulte. Te lo has ganado, pequeñaja, ¿no crees?

No le negarás nunca que le quieres pero, como dijo un día y aunque me duela darle la razón, todos tenemos un límite. Todos aprendemos en qué momento debemos marcharnos porque nuestra presencia no es bien recibida y, aunque te costó lágrimas y aún quedan más, pilla esa indirecta tan dolorosamente directa que continuamente te muestra sin temblar siquiera, sin pensar dos veces en ti.

Ya ves, todo vuelve a ser por Él. Él decide.
Vuelve y se lo que quieras ser a su lado o ni te molestes en llamar otra vez.


PD: Habla algo en mí. O quizás solo soy yo autoconvenciéndome de la realidad.


27 de enero de 2014

¿Qué tal?


Aquel día de noviembre no esperaba volver a verte y ahora, ¿cómo estás? Espero que bien. Espero que alguna vez te acuerdes de mí aunque ya no me veas en ningún sitio. ¿Qué es de mí? Aquí sigo, escribiéndote.  Si quieres que te diga la verdad, no he dejado ni un día de pensar en ti. Es curioso, tanto tiempo sin verte y no dejé de quererte, tu recuerdo parece no ser suficiente pero el tiempo ya nos ha alejado demasiado. Ya no somos aquellos que se querían con locura. Aquellos que no podrían pasar ni un día sin hablar. Aquellos que se necesitaban. Aquellos que ansiaban estar juntos... No somos aquellos, juntos no, por separado yo sí sigo siendo aquella chica. Aquella que compartía todo contigo, solo contigo. Sigo siendo aquella aunque tú no seas el mismo que me regalaba tantas palabras bonitas, tantos sentimientos, tanta calidez. 

Ya ves, aquí estoy diciéndote que sigues siendo el primer pensamiento incluso al despertar, diciéndote que pasa el tiempo y no mis ganas y te mentiría si te dijera que estoy mejor sin ti, que no espero nada o todo que ha ido tan bien como cuando tú estabas a mi lado. Nada ha vuelto a ser igual. Mi vida parece otra historia completamente diferente a la que compartiste conmigo. Ahora parezco solo un espectador y no hay siquiera protagonista alguno que viva cada día con esa misma felicidad que tenía gracias a ti. Sí, a ti.

Pero, te prometo, estoy mejor. Y, si de verdad no lo estoy, necesito creer que sí. Seguramente si te tuviera en frente, tendría ganas de abrazarte, besarte, cuidarte... Tendría ganas de todo contigo. Lo sé. Y, bueno, no me importa que tú lo sepas también, al fin y al cabo, siempre has sabido absolutamente todo de mí. ¿Lo demás? Sigo necesitándote pero también he de decir que no es lo mismo... Me acostumbré fácilmente a ti, me di cuenta de lo especial que ibas a ser en mi vida desde el primer día e incluso hoy, tras 7 meses desde que me apartaste, juraría que sigues siendo solo tú mi más dichosa debilidad. ¿Qué ha cambiado? Tal vez también me estoy acostumbrando a que no estés cuando te necesito, a que no vuelvas más, a que no me busques, a que no sea yo en la que piensas, a la que escribes, con la que alguna vez sueñas. Quizás me acostumbré fácilmente a ti por todo lo que me demostrabas cada dichoso día hasta tal punto de llegar a quererte y ahora me acostumbro a todo lo contrario, a una vida en la que pareces no haber estado nunca, a una realidad que no me gusta tanto como tú. A veces me parece que todo aquello fue un sueño del que me despertaron a patadas... Pero, como te decía, me estoy acostumbrando... Aunque esta vez me estoy acostumbrando a que ya ni te molestes en demostrar, en mirar atrás. 

¿Recuerdas? Antes no querías irte del todo, nunca lo hacías. ¿Quedarte? No, tampoco sabías. ¿Qué pasaba conmigo? Me mareabas... Deseaba tanto que volvieras que me cegaban las ganas y no veía más allá que el deseo de verte regresar. Volvías dos días y yo era la chica más feliz, estabas ahí, pensando en mí. Qué más daba el resto, qué más daba si tú estabas ahí para mí. Era fácil volver a acostumbrarme a esa sensación tan cálida cuando estabas, es la mejor que nunca he sentido y todo por ti... Pero cómo dolía el que de pronto volvieras a desaparecer. Pero así lo hacías.

¿Sabes? Aún no me he arrepentido de los días que he estado esperándote aun creyendo en lo más profundo de mi corazón que no ibas a volver a por esa chica que te lo había dado todo. Algo sí me tranquiliza, por absurdo que te parezca y es que nunca tendrás palabras malas de mí hacia ninguna persona... Lo sabes, no hice nada mal salvo quejarme de que no estabas ya para mí. Tampoco era extraño, ¿no? Te quería, ¿qué más podía hacer? Quería estar CONTIGO, como fuera, donde fuera, cuanto fuera. Siempre te pedí lo mismo que yo te daba y esa costumbre no cesó aunque ya no fuera tu novia. No podía cambiar mi forma de ser de la noche a la mañana porque no aceptaba la idea del cambio que iba a dar todo. No aceptaba que la única persona que había conseguido salvarme fuera la misma que me iba a dejar sola, otra vez. Sola.

Nunca he pensado que lo que vivimos no fue real, es más, siempre he creído que es lo más real que he vivido en estos 19 años. A veces cuesta creer de lo bonito que resultaba todo, lo bonito que era sentir cómo te perdías en mi mirada, lo bonito que era verte y que apareciera una sonrisa en tu rostro, lo bonito que era que te quedaras dormido entre mis brazos, lo bonito que era hablar horas y horas contigo, lo bonito que era besarte hasta desgastarnos, lo bonito que eran los viajes en coche de tu mano, lo bonito que eran los paseos sin saber a dónde ir pero sin importar nada porque estábamos juntos, lo bonito que era habernos encontrados en esa increíble casualidad. Pero qué difícil resulta y qué dolor causa ver cómo ha cambiado, ¿no? Y sobre todo, para mí, además, el pensar que me dijiste que esperara y no volverás, que me dijiste que era única para ti y a saber ahora quién más, que me prometiste que volverías y... Bueno, llevo casi un mes sin saber de ti. Al menos no he vuelto a llorarte tan desconsoladamente... Y qué putada, yo que me prometí hace tanto tiempo no volver a llorar por nadie hasta que mi mundo se vino abajo cuando desapareciste.

Continuamente me preguntan si sigo esperándote. ¿Qué crees? En estas líneas no lo he dicho, simplemente no te he negado que siga queriéndote. Siguen preguntándome si quiero que vuelvas. ¿Si quiero que vuelva la persona que tanto he querido? Mentiría si te dijera que no, pero es cierto que no sería lo mismo. Tal vez, como dicen, las segundas partes nunca fueron buenas pero seguramente me arriesgaría a descubrirlo aunque volviera a caer en todo aquello que he estado pasando este tiempo. ¿Mereces la pena? Sí, por supuesto. Si no merecieras la pena dudo que te escribiera, dudo que sintiera todo esto por ti. Eso sí, nunca quiero meterme en la cabeza la idea de qué pasaría si volverías porque sé que, aunque te quiera, no te recibiría con los brazos abiertos, tendrías que "luchar", volver a ser aquel chico tan increíble que compartió mil momentos conmigo. Y, algo me dice, por doloroso que sea el admitirlo, que nunca ocurrirá. Que nuestra historia ya la cerraste con su principio y final. Pero como te digo, no lo sé. Solo tú lo sabes y me encantaría saberlo.

Ojalá todo fuera más fácil. Ojalá te acordaras de mí alguna vez. No sé... Es curioso, hace tiempo escribí que ansiaba que fuera todo fácil para nosotros, que si tan perfecta era para ti por qué no estabas conmigo, que si yo te curaba por qué tardabas tanto en venir, que si me dejabas acostumbrarme a ti nunca te fueras. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde la primera vez que te escribí aquello? Casi dos años... ¿Cuántas cosas hemos vivido? Subidas y bajadas, amor que iba y venía, dudas, deseo.

Increíble.

El 2 de abril hará dos años desde que te conocí y, pese a todo, no los cambiaría. Y si me dieran a elegir, quizás nunca hubiera habido un final para nosotros. Seguiríamos siendo aquella pareja  que luchaba y se quería con esa locura que les caracterizaba y siendo felices, juntos.

Hasta reventar.

12 de enero de 2014

Qué le hago si te quiero



Otra vez vuelvo a escribirte. Llevaba una semana creyendo que todo estaba tan bien conmigo. Llegó el otro día y vi que no, como bien sabes si te has parado a leerme alguna vez.

Ya lo dije, siento que no pude hacer lo suficiente pero, ¿por qué yo? ¿Qué más podría haber dado? Lo único que necesitabas era tenerme cerca y pese a haberlo intentado, querías pasarlo solo. ¿Qué podía hacer? ¿Obligarte? Eso no va conmigo. Sabía que si querías, si me necesitabas, ibas a buscarme. Ibas a hacerlo pronto porque cuando realmente alguien ha significado mucho para ti y de pronto, desaparece, de pronto, no está cada día para llamarte, para sonreírte, para desearte buenos días y noches, para picarte, para consolarte, para tentarte, para compartir cualquier cosa contigo... Cuando de pronto te falta todo eso, porque ha sido tan solo tu decisión de dejarlo de lado, si de verdad quieres, lo buscas ¿no? Quizás yo estoy equivocada, quizás estoy loca como bien dices. Quizás quise de más, debe ser eso. Me prometí a mi misma mil veces no enamorarme de ti, no creer que todo podía ir bien porque sabía que en cualquier momento todo el mundo que habíamos construido para nosotros podía derrumbarse. Me cegué. Me cegaste. Creí que todo podía ir bien por una vez en mi vida. Fuiste mi más bonita casualidad, la razón de toda la felicidad que podía acompañarme cada día. Eras solo tú para mi, lo primero, mi vida, mi peque, mi niño, no lo olvides.  

Ojalá hubieras aprendido a quererme de la misma forma que yo te quiero. Tendría entonces por seguro que hubieses vuelto porque si yo llego a estar en tu situación, por mucho que me hubiera pesado, por mucho que hubiera visto que todo podía cambiar, hubiera seguido por ti. Por quererte. Por nosotros. Por mí. ¿Cómo iba a dejarte solo? ¿Cómo iba a dejar solo a quien más quería por miedo a no saber qué pasaría? ¿Cómo iba a dejarte aun siendo tú la única persona que podía hacer mis días un poco más fáciles? ¿Cómo iba a dejarte aun siendo tú quien me comprende y la única persona que realmente pensaba que no me iba a fallar? ¿Cómo iba a dejarte aun siendo tú quien más quiere cuidarme, quien quiere hacerme feliz, quien me necesitaba tanto como yo? ¿Cómo? No podría, no me lo habría perdonado nunca.  Imposible. ¿Recuerdas que me dijiste esos días? Serías tan cabezón como yo, lucharías por mí porque... Me querías. Sí... Hace muchísimo tiempo que ya no lo escucho de ti, desde Septiembre, tal vez. Desde Septiembre, lo sé.

¿Qué es de mí ahora? Ahora te estoy dando todo el espacio y tiempo que tanto querías, solo para ti. Van a ser 7 meses desde todo aquello aunque ya me parezca mentira que el tiempo haya pasado tan rápido sin ti. Sin esperar una cuenta atrás que me parecía interminable. Sin ese nerviosismo por volverte a ver, por besarte, por abrazarte. Aunque no lo quiera creer, llevamos todo ese tiempo separados. Pero es eso, tiempo. Aquello que tanto te preocupó.

Sinceramente pienso que el hecho de desaparecer de casi todo lo que conoces solo te va a ayudar a terminar de olvidarme, no me extrañaría ya. Solo así verás que, tal vez, nunca ibas a cumplir la promesa de recuperarme por muy difícil que te resultara. Por todo aquello que vivimos. Pocos lo harían. Qué putada dudar de todo después de tanto confiar en ti pasara lo que pasara, ¿no? Y ya, entre mis dudas y tu indiferencia al decir "Pues cree lo que quieras", imagínate, ¿qué puedo hacer? Nada. Qué triste pensar eso, de verdad, no puedo odiarme más pero, ¿qué esperas? ¿Que piense todo esto está así porque tuviste que renunciar a mi aun queriéndome? ¿Que piense que todo esto es por mi bienestar? Pues no, nunca pensaré que todo esto es por mí. Es por ti y no es malo, solo es una verdad que te cuesta creer y aún no entiendo el porqué. Qué más daba, no te has parado a pensar cómo estaba yo realmente, solo eran conversaciones sin sentido en las que yo seguía demostrándote que seguías siendo el único para mí, el único que sabía absolutamente todo de mí y mientras, tú, tan solo me decías que estabas bien y poco más. De tu vida ya no era partícipe, siempre había alguien más. Solo era cuestión de tiempo y, después de tanto, una se acostumbra. No importa ya. En aquel entonces seguía creyendo que la culpa era mía y a día de hoy, sigo pensando que parte de toda esta situación es culpa mía. No sé, los fines de semana no me sientan nada bien. Dan mucho que pensar, o eso parece, al menos, para mí. Pero eso ya lo sabes, ¿no?

Espero que estés bien. Con quien sea, como sea.
Sinceramente, alguna parte de mí piensa que no mereces que te desee lo mejor... A saber qué haces que podría dolerme y no sé, vivo en la ignorancia desde hace tiempo. Ya te pedí que si pasaba algo, me lo dijeras. Ahí decidiría cerrar la historia definitivamente. Mientras... ¿Qué hago mientras? El gilipollas. Es algo que se me da bien si es por ti. Aunque recuerdo que la última vez que te dije esas palabras, lo gilipollas que era por no darte más carga de la necesaria, lo gilipollas que era por intentar siempre que estuvieras bien, me dijiste:


 "No importa, eres lo mejor que tengo, mi niña.

He sonreído aunque las lágrimas salten descontroladas. Increíble. 
Aún así, he sonreído por ti. Aun sabiendo que cuando pronunciaste aquellas palabras ya no estábamos juntos. Aquel día, ya no.

¿Recuerdas qué más me dijiste un día?

"Te quiero, no hace falta que hagas nada. 
Has hecho mucho, mi niña."

Fue bonito, no recuerdo qué fecha sería pero creo que ese sí fue tu último "Te quiero", sí, ese del que te hablo en Septiembre. Ese que guardo con todo mi cariño. 

Una cosa más, ¿te  cuento un secreto? Tu pulsera está en mi habitación junto a todo lo nuestro. Nuestra caja no he vuelto a abrirla desde que guardé la fotografía de la estantería, supongo que todos querían ver que intentaba superarte aunque no quiera. Las fotos de la cartera están ocultas, pero siguen ahí conmigo, cada día, donde vaya. Tu chaqueta sigue acompañándome los días que hace frío al igual que la batamanta que con tanto cariño me compraste. Tu disco duro guarda todas nuestras fotos porque son las únicas que no me perdonaría perder. La otra mitad del colgante y la segunda llave de nuestro candado siguen colgando de mi cuello, nunca las quito de ahí al igual que el llavero que me compraste sigue junto a todas las llaves de mi pequeña casa. Todas nuestras fotografías las sigo llevando en mi móvil y de vez en cuando sigo parándome a leer aquel mensaje que me dejaste en la pantalla cada vez que voy a desbloquearlo, es simple:

"Te quiero mucho y estoy muy feliz de que estés a mi lado, peque! Muaa!" 


A veces, te lo prometo, pienso que volvería atrás y arreglaría mil cosas. A veces pienso que... Si volvieras, sería lo más increíble que podía pasarme. No sé, ya ves, soy así de imbécil, de gilipollas y estúpida.



Mi niño... Te quería tanto que hasta la luna pasaba envidia. Te quería tanto que en otoño podrían no haberse caído las hojas, se habrían quedado para hacer sombra a los besos más bonitos que nunca antes se habrían dado. Te quería tanto que nos habían dejado de doler los corazones por muchas heridas mal curadas que tuvieran. Te quería tanto que te había dado todo el amor que me habían devuelto diciendo que era defectuoso o que no lo sabían usar. ¿Sabes? Nunca habían sabido bailar conmigo hasta que llegaste tú. ¿Recuerdas aquel baile improvisado el 13 de Agosto de 2012? ¿Aquella vez que estuve a tu lado en mi primer viaje a Barcelona? Me agarraste tan fuerte en aquel entonces que creí que nunca me ibas a soltar, nunca iba a escurrirme de tus manos. 


Te lo prometí, no iba a ser fácil. Iba a merecer la pena, cada día juntos. Seguramente íbamos a ser una montaña rusa porque nunca he sabido ir por los llanos de lo convencional, soy más de querer a contra corriente, pasando por encima de los baches del amor loco, ese que no hay quien lo entienda, pero que si los dos se agarran y se sujetan, es el más bonito, el que más historias dignas de recordar deja en nuestra piel. 


Ansiaba tanto que me quisieras por encima de cualquier cosa que pasara en el exterior. 

No sé si entendías que no era la persona normal con la que cualquiera estaría a gusto, pero que si no me sueltan, doy mi corazón entero, sin quedarme con nada dentro. A ti te lo di. Todo cuanto tenía te lo di... No me arrepiento, te lo prometo. Era tuyo.

Es fácil, si me lees te darás cuenta de que no es que no pueda superarte, no es que no pueda estar sin ti, no es que no pueda aparecer otra persona, no es que no pueda dejar de pensar en ti; es que sencillamente, no quiero nada de eso. 

Ya ves, pero qué le hago si te quiero.



Y sólo quería decirte toda esta mierda. Extralimitarme por una vez. Lamer la herida, porque tenía una presión en el pecho horrible. Un nudo en el estómago compuesto por esas cosas sobre las que me daba miedo hablar. Y ahora estoy mucho mejor, te lo juro. Pero aún tengo ganas de besarte.

Es así... Te quiero.


10 de enero de 2014

Dolorosamente feliz


¿Sabes? Hace mucho tiempo el lado más pesimista de mí, mientras aún disfrutaba de ti, pensó mil formas de que toda nuestra historia acabara. ¿Te cuento más? Nunca imaginé una tan desastrosa como esta... Nunca imaginé que la persona que tanto me había querido y tanto me había demostrado, acabara resultando ser una persona fría y distante en mi vida. Acabaste siendo todo aquello que odiaba. Acabaste siendo  la persona que podía hacerme dolorosamente feliz.

Ya ves, sigo recordándote cada día que pasa y hoy vuelvo a llorar por ti. No debería y te lo prometo, odio cada lágrima que derramo y sonrío tontamente al recordar tus palabras "Peque... No llores, que así estás fea". Algo así me hacía dejar de llorar pero ahora solo provoca más lágrimas sin sentido alguno.

Fuera la música suena, la vida sigue y yo me veo en mi habitación estancada sin encontrar una salida a toda esta situación, tan solo pensando qué hice mal. Qué podría haber cambiado. Qué podría haber hecho más. Luego aparece mi lado más analítico... ¿Por qué he de buscar lo que yo podría haber hecho si quien no hizo nada por mantenernos fuiste tú? Supongo que siempre tengo un alto nivel de culpabilidad sea o no yo la causante.

A veces no sé si te echo de menos a ti o tu recuerdo... Es tan triste que ni recuerdo tu voz. Tan solo tengo un vídeo que me dejaste, en el que hablas sobre el piso que te habían dejado. Recuerdo lo feliz que fui al escucharte cuando me lo mandaste, tu voz me resultaba tan tranquilizadora... Apaciguabas mis emociones y le dabas sentido a aquello que guardaba en silencio.

Creo que no se me da bien seguir, no se me da bien hacer como que no pienso en ti o como que no te echo de menos. Me es imposible pero también pienso que si no has regresado es que quizás ya estás mejor sin mi, definitivamente. Quizás ya has olvidado todo aquello por lo que queríamos luchar, todos aquellos sentimientos que nos hacían seguir un día más, todas aquellas ilusiones. Debería aprender que, como siempre digo, las cosas cambian por algo. Seguramente pasará el tiempo y no entenderé el por qué de todo esto... Quizás luego vuelvas y sepamos que valió la pena esperar o llegará otra persona que me haga creer que tuve que pasar por todo esto para llegar hasta ese día. No lo sé, pequeño. Ojalá tan solo tú tuvieras todos los sentimientos tan sinceros que siempre guardé por miedo, por desconfiar del resto.

Siempre fuiste muy especial para mí porque aceptaste cada fallo que tenía, cada cosa buena que podía darte, cada paranoia, cada risa. Me aceptabas tal y como era sin querer cambiar absolutamente nada de mí. Te encantaba. Dos palabras que revolvían mi ser sin apenas darme cuenta.

Te echo de menos. Muchísimo.
Me siento perdida, no sé qué más hacer.
La fuerza se me va por la boca y, aquí me ves, escribiéndote de nuevo.

Tenías que ser quien me hiciera dolorosamente feliz... .


9 de enero de 2014

Precipicios inevitables


Hace mucho tiempo no creía en el amor, no creía en ese sentimiento que te ciega por completo. Recuerdo que hubo un chico, que estuvo muchísimo tiempo enamorado de mí. Alguna vez lo he contado, pero toda esa historia quedó ahí porque cuando creí que nunca me fallaría, me falló. Todo esto me hizo estar aun más segura de que eso de estar "enamorado", muchos chicos, no saben lo que es. Comprendí lo fácil que algunas veces resultaba dejar todo lo que sentía por mí, todo aquello que guardó durante 5 años ahí olvidado a causa de una tercera persona que, por desgracia, acabó jugando con él; lo utilizó. 

Ese fue el primer chico con el que me besé, estaba insegura, no sabía qué sentía; tan solo sabía que no era algo tan fuerte como lo que él sentía por mí. Tras dejarlo, en esa misma semana apareció esa segunda chica. Muchos dirán que no importaba, que no estábamos juntos pero, a mí me dolió. Le pedí paciencia y tiempo para llegar a sentir algo realmente fuerte. No aguantó. Al poco tiempo, volvimos y mi desconfianza se apoderaba siempre de mí. ¿Cómo iba a saber que no lo repetiría? ¿Cómo iba a estar segura? Todo eso se llegó a reflejar en frialdad y distanciamiento, pero hubo un nuevo beso en cierta playa, hará ya casi cuatro años. Ahí quedó, con poco tiempo supimos volver a ser amigos, siempre tuvimos una amistad muy especial  y hace poco, de sus labios escuché que lo que sintió conmigo en aquel simple beso, no lo sintió con la otra chica. En mí veía ese futuro que todo chico deseaba y reconoció lo imbécil que fue y el error que cometió.

Seguramente me hubiera hecho feliz y hubiéramos luchado, pero algo me decía que aquel chico no era ese "primer amor" para mí. Ese chico no me había hecho creer que ese estado tan perfecto de felicidad existía. No pudo. No le culpo. Simplemente, no era él.

Con el tiempo, apareció otra persona. Un chico que creí que me entendía, que podía saber todo de mí, de mis miedos, de esa parte que le ocultaba al mundo. La aceptó. Confié en él. Vio cada punto débil de mí pero, tal vez nos equivocamos. Yo solo le quería de forma diferente porque se había vuelto necesario en mi vida, en mis desahogos. Él acabó enamorado de mí. Nunca entenderé por qué pero por lo poco que llegué a saber, era porque podía entenderle sin juzgarle, podía ver esa parte que ocultaba detrás de una triste máscara que acababa por los suelos en mi presencia. Me regaló buenos momentos, una azotea, las estrellas, un "Te quiero" inesperado pero tan solo obtuvo un silencio. Sabía perfectamente que yo no sentía aquello. Me dolió no saber corresponder a aquello. Acabó desapareciendo de golpe y es cierto que le busqué. Con el tiempo apareció nuevamente en mi vida y me explicó las razones de su ida, ese sentimiento no le dejaba. Una vez, por poco me besó, hubiese sido fácil pero no le dejé. No quería sus labios. No quería hacerle más daño. Me retiré pero acabé diciéndole qué sentía. Creía que volvería a ser aquella persona que me salvaría, que me acompañaría en esa soledad que no quería compartir. Pero, nuevamente, movió los hilos y me dejó tirada en el suelo. Sola. Cuando le necesitaba. 

Volví a sentir que las palabras parecían no significar nada para el resto del mundo. Parecía que yo solo era la que confiaba en ellas y en un "¿Te da miedo que aparezca de pronto y solo quiera cuidarte?" Supongo que siempre tuve miedo pero en aquel momento se incrementó al comprender que debía mantenerme yo sola y que nadie iba a ocupar ese vacío que había sentido por tanto tiempo en mi misma. Ese vacío que solo podía llenar la presencia de alguien. En aquellos días, recuerdo que me ahogaba. Recuerdo que la sonrisa no aparecía en mis labios pero no pasaría mucho tiempo hasta que , si, tú (si es que me lees), apareciste.

Siempre recuerdo aquellos días, aquel dos de abril del 2012 en el que te vi por primera vez en el aeropuerto. Apenas sabía de ti. Apenas habíamos compartido palabras. Al verte, algo en mí nació. En aquellos días no lo entendí o preferí no entenderlo. Pasamos cuatro días increíbles. Habías causado en mí mil sensaciones en poco tiempo y no sabía porqué pero siempre quería tenerte cerca. Íbamos por las calles cogidos de la mano, íbamos mirándonos como tontos, ibas sonriendo y yo me iba perdiendo. Iba comprendiendo que acabarías siendo especial en mi vida y no sabía ni cómo. Un absurdo "Eres una rompecorazones, pero conmigo no pasará. Me debes una cita" me pareció lo más raro que me habían dicho, la cita que más inesperada podía haber.

Aquella noche en la playa, algo se hizo más fuerte. Te abracé de una forma que creí que nunca abrazaría a nadie, con ganas, sin intención de soltarte. Hacía frío y me diste tu chaqueta, esa verde, esa que tanto me gustaba. La última noche dormía en la cama de arriba junto a una amiga y mi brazo cayó lentamente por el lateral de la cama. Nuestra amiga se marchó y tú me acariciaste el brazo. De pronto me dijiste "Baja, anda... Ven aquí conmigo". No me lo pensé. Para qué. Estaba deseando estar cerca de ti.

Serían las 4 de la mañana cuando estábamos los dos en aquella cama, abrazados y tan cerca el uno del otro que con un mísero movimiento, nuestros labios se hubieran encontrado. Pero teníamos miedo a aquel sentimiento que estaba surgiendo que no tenía ninguna explicación. 
¿Desde cuando un sentimiento podía razonarse?
Recuerdo que no paré de acariciarte en todo el tiempo que estuvimos juntos, tu cabello me encantaba y quedarme muy pegada a ti en el abrazo, me podía. ¿De dónde salía aquella sensación que me tentaba tanto contigo? Para mí, eras increíble. Esa facilidad que tenías de llevarme, esa facilidad de sacarme una sonrisa... ¿Quién te había dado los secretos para sacar en mí esa sonrisa tan sincera que incluso mis ojos acompañaban?
El momento de tu ida fue muy duro... No quería separarme de ti. No quería dejar de verte. Quería que el tiempo se parara en aquel instante para los dos. Pero no desapareciste, hablábamos por muchos sitios y fue naciendo un sentimiento extraño. Me iba acostumbrando a ti y nunca quise hacerlo. 
Tú no dejabas de poner impedimentos. Decías no creer en relaciones a distancia... Decías tantas cosas. Pero yo te encantaba y tú me lo dijiste. Te encantaba despeinada, en pijama. Te encantaba hablarme. Te encantaba cómo te cuidaba. Te encantaba mi personalidad. Te encantaba que te salvara de todo aquello que no conseguías salir solo. Te encantaba decirme tonterías y picarme. Te encantaban mis detalles como levantarme a las 5 de la mañana solo para desearte un buen viaje... Sencillamente te encantaba...

Unas vacaciones se precipitaban lentamente. Un "eres especial para mí, un tema del que no quiero hablar... Y si hablo, será cuando estés aquí" me dejó intrigada. ¿Por qué era especial? Supongo que no quería creer que podías sentir algo por mí. Supongo que desconfiaba demasiado, las malas experiencias, qué te voy a contar. Las palabras, en aquel entonces, solo podían ser ciertas si salían de mí pero si venía de alguien ajeno, me costaba creer cualquier cosa.

Inesperadamente una vez llegué a decírtelo. ¿Recuerdas el qué? Sencillamente habías ocupado un sitio en mi vida que no había logrado ocupar nadie. Un hueco en mi corazón en el que solo encajabas tú y nadie más. Un sitio hecho a tu medida. A tu forma de sonreirme. A tu forma de hablarme. A tu forma de tratarme. A tu forma de mirarme. A tu forma de acariciarme. A tu forma de hacer el tonto con tal de que sonriera... Tantos y tantos detalles... No sé. Me hacías feliz. La sonrisa me acompañaba cada día y mis amigos solo se preguntaban el secreto que habías descubierto para hacerme la chica más feliz aun estando a kilómetros de distancia. Eras tú tan solo para mí. Podía pasarme noches en vela solo por querer hablar contigo. Podía hacer malabares para conseguir cualquier cosa que estuviera relacionada contigo... Me gustabas, me encantabas. Demasiado. Sobraba lo demás... 

Cuando nos volvimos a ver, toda aquella historia que quedó suspendida en aquel tiempo en el que te conocí por primera vez, volvió a surgir. Ese nerviosismo. Esos momentos en los que estábamos solo los dos y no sabíamos qué hacer... Al llegar la noche, si resumo nuestra historia, me besaste. Si era un sueño, te prometo, no quería que me despertara nadie, jamás. Aquella calidez, tus labios tan cómplices de los míos. Tus ganas, tu sonrisa, tus dientes chocando. Tu respiración acelerada, tus manos, tus abrazos... Comprendí que eras lo que buscaba y tenía miedo de que acabara y la última noche me dijiste que me querías...Sí. Querías a aquella chica que estaba tan lejos de ti, aquella chica que te demostraba lo que sentía, aquella dispuesta a darlo todo. No obtuviste respuesta y tuve miedo. ¿Creerías que no sentía nada por ti? Mil palabras podía pronunciar pero, en aquella cama, de noche, mientras tú te encontrabas encima mía, me aferré a tu cuello y te dije "Quizás es demasiado pronto... Pero no me importa... Te quiero". Aquel momento quedaría guardado en mi memoria y lo recordaría. Quizás habría sonado algo tonta, pero te quería. Tus siguientes besos fueron aún más perfectos. 

Aquella historia tan perfecta me hizo  creer en esa idea del amor, en ese primer amor que revuelve todo tu ser y te hace ver lo mejor de los días cuando era a tu lado, lo bonito que era tener a alguien que aceptara todo de ti, tu pasado, tu presente y quería un futuro contigo. Lo increíble que resultaba que el caos que era como chica, lo arreglaras en tan poco tiempo. Eres mi primer amor. Ese que recordaré siempre, ese que contaré. Ese que me hizo ver la felicidad, me hizo comprenderla, me hizo amar, desear, ser amada, ser deseada, comprendida. Me hizo ver todo lo que puedo dar. Te quiero, sí, te quiero. Por cosas como estas, por una historia así, no puedo odiarte. No puedo decir que me arrepiento. Te quiero.
Aunque la historia acabó, como acaban los cuentos pero sin final feliz. Si fuera feliz, no habría final para nosotros. Pero un 24 de junio se acabó. Prometimos tantas cosas aquellos días... Prometimos sentir tantas cosas... Aguantar tanto. Prometimos seguir ahí. Pero solo yo me quedé... Y, así, no íbamos a ningún sitio.

Si hay o no una puerta para seguir, te prometo que está abierta complétamente solo para ti. Por si vuelves pero... Debo avisarte. Hay una cadena. Una cadena que me hace estar nuevamente insegura ante tus palabras, ante el creerte. Te creí siempre y prometí creerte. Nunca me habías demostrado tener que hacer lo contrario y sí, me quisiste con locura. Lo sé, mi vida. Créeme que lo sé. Pero fueron otros tiempos para ti. Los siguientes meses nos apagaron por completo y, pese a mis esfuerzos, ese algo que tanto te hacía sentir  por mi, parece haberse extinguido. No te culpo. Los sentimientos son así, cambian. Quizás te culpo por otras cosas pero son cosas que si te paras a leer ya conoces.

No importa, de verdad. Fuiste y serás la historia más bonita, mi más preciada casualidad. Lo mejor desde que apareciste a mis 18 años, lo mejor de mis 19 y lo mejor durante mucho tiempo. Te quiero y aunque a veces la fuerza se me vaya, lo siento... No puedo decirte que vuelvas, ya lo sabes. Si me quieres, si te importo, si me necesitas, quizás cambiarás. Quizás tendrás que volverme a ganar, a descubrir todo por lo que me enamoré en aquellos días de ti pero, es difícil y dudo, no sé porqué, de que no harías tanto esfuerzo y que quizás ya no volverás a sentir nada por mí. ¿Para qué ibas a retroceder en la historia y continuar desde donde lo dejamos si puedes escribir otros capítulos en los que no aparezco? No lo sé. Mientras, como ves, aunque no hablemos, aunque no aparezca por las redes, aquí sigo, pensándote. Sintiéndote con ciertos cambios pero queriéndote a mi manera, o quizás de otra manera. No como antes. Tenías razón... Y quizás la gente también al decir que hasta la persona más enamorada se cansa de dar.

Por ahora, volver a confiar en cualquier otra persona que no seas tú me resultará muy difícil. Ojalá nunca me hubieras faltado. Ojalá nunca me hubieras dejado sola cuando más te necesitaba porque quizás tú no me necesitabas a mí, no necesitabas nada porque te lo había dado todo pero... Quizás yo necesitaba tenerte cerca, saber que seguías ahí... Supongo que por eso de vez en cuando me quejaba. Porque no estabas ya tan solo para mí, la chica que solo quería cuidarte, dártelo todo, hacerte feliz y quererte como nadie te había querido jamás en tan poco tiempo. Ojalá nunca me hubieras defraudado. Ojalá hubieras sabido quedarte a mi lado para ayudarte en los problemas. Ojalá no hubieras decidido superar las cosas solo porque, en ese momento, dejaste atrás nuestra historia. Me dejaste atrás. Sigo en ese punto sin saber si andar o si quedarme quieta viendo cómo la gente pasa ajena a mí y me miran sintiendo que estoy perdiendo mi tiempo en estas letras. Ojalá fuera fácil creerte como en aquellos días. Ojalá supieras seguir el camino de regreso a mis labios. Ojalá hubiera algo de normalidad en todo esto... Pero no, no somos buenos una vez que no somos pareja y quizás, ya tampoco tengamos la capacidad de ser amigos. Te quiero y me niego a ser una más, una cualquiera. Me niego, lo siento. Hice demasiado para verme como una más.



¿Sabes? Hay precipicios inevitables, que escapan de nuestros ojos y sólo vemos cuando ya estamos cayendo por ellos. Inevitables, he dicho. Porque me estoy desangrando mientras intento fingir que todo va bien. Y empiezo a pensar en perderme lejos. No sé a dónde. Sólo lejos. Pero, me pregunto, cuándo va a empezar a ser lejos y cuándo estaré lo suficientemente cerca de lo que necesito. Quiero decir, ¿dónde empieza cualquier otro principio?


¿Dónde estás?

Ojalá estuvieras. Ojalá vieras. Ojalá...aunque ya no deba. Aunque ya no deba querer que regreses. Aunque ya deba pensar que algún día te arrepentirás. Merezco la pena, ¿no? O eso decías. ¿Qué haces que no estás aquí? ¿Qué haces que no te guardas todo ese orgullo? ¿Qué haces sin mi?


P.D: Ya ves, no me da miedo volver a escribirte aunque ya no estés para mí.


6 de enero de 2014

Enmudecí


Vuelvo aquí solo para dejar un mensaje que marcará por algún tiempo hasta que tenga la necesidad de escribir y desahogarme entre estas líneas que relatan mi vida.


Necesito tiempo

Necesito tiempo para mí, para saber qué quiero realmente o qué espero de todo esto, para ver si es lo mejor para mí (aunque pienso que sí), para quitarme la venda de los ojos y ver si realmente todo es como creo, para saber si le tiene algún futuro. Ya me ha hecho mucho daño toda esta situación y encima, pareces tacharme de loca, de persona obsesionada contigo al saber que podría vivir allí.... Eso que tantísima ilusión te hacía en aquellos días. Eso que decías que era lo único que fallaba entre nosotros, la distancia. Esa única razón por la que no era completamente perfecto. Esa razón por la que decías no haberte enamorado de mí pese a habérmelo dicho en alguna ocasión que estabas "enamorado perdido".

Veo que solo yo me quedé en esta historia, no es de extrañar, anclada en un tiempo que siempre quiero recuperar, al que siempre quiero volver al recordar lo feliz que era, lo feliz que conseguía hacerte, lo sencillo que era mantener una sonrisa sincera en mis labios sabiendo que tú eras la causa de la mayoría de ellas, lo fácil que era abrazarte y que te sintieras seguro junto a mí, lo fácil que era tentarnos, lo fácil que era besarnos hasta caer rendidos, lo fácil que era querernos. Ya... Me cuesta muchas veces volver a sacar aquella sonrisa que tanto te gustaba pero supongo que la gente que intenta que yo esté mejor, se merecen una dichosa sonrisa como tú causaste aquel día en el que te conocí, aunque, te lo aseguro... Te lo prometo... Nunca nadie tendrá una sonrisa igual a las que tú hacías posible. Ninguna con tanto amor, con tanta ilusión, con tanto deseo, con tanta esperanza, con tanta sinceridad, con tanta complicidad contigo, con tanta... Felicidad. Esa, si no es contigo, nunca volverá.

Qué fácil me resultaba sonreír si era por ti


Lo fácil que era y quizás, lo imbécil que resultaba pero te prometo que no me importaba, me daba igual qué pensara el mundo si eras tú la razón de todo lo que me rodeaba. Te convertiste en mi todo. Pero, ahí quedó el que yo fuera "Todo" para ti mientras que para mí, sigues siéndolo aunque parezca absurdo a estas alturas de aquello que una vez fue "nuestro". Eso sí, supongo que con ciertos matices, con ciertos cambios.

No quiero olvidar nada de aquello. Me niego. Olvidar es como evitar no intentar ser feliz constantemente. Quiero decir, cómo vamos a poder dejar de recordar las cosas bonitas que hemos vivido. He ahí el dilema, que el pasado guarda las peores cicatrices y los mejores momentos, y es inevitable mirar hacia atrás sin arañarse y sonreír en el intento. La solución sería encontrar un presente y conjugarlo como perfecto.

La solución sería que pudiesen darnos otras manos que, agarradas a nuestro cuerpo, nos hiciesen sentir salvados de toda la realidad que constantemente nos acecha en cada esquina. Atrapasueños, serían nuestros ojos para aquella persona que se quedase a dormir en nuestra mirada. 


¿Sabes? Creo que te he estado esperando más tiempo del que necesito para perder la noción del mismo. Una locura, pero empiezo a pensar que la salida más cercana es perder la esperanza cuanto antes y que venga lo que tenga que venir, con tal de que nadie vuelva a irse sin nosotros. 
O con todo lo nuestro. Eso no, por favor. 
Estar desnudo con las ganas puestas, y pasar frío porque tu piel no llega a arropar toda esa necesidad de algo. El reloj que tan lento va matando los segundos, y el final que parece acercarse tan deprisa. Qué contradicción, como cuando descubrí que estabas más cuando te ibas. O como cuando me decepcionó comprobar que la intención sólo cuenta para excusarnos un poco las derrotas.

Pero, en definitiva, creo que ya hemos perdido suficiente. Creo que ya perdimos en una batalla y yo, quizás, perdí definitivamente la guerra. Creo que ya me perdí suficiente en ti. Te quiero y nunca lo voy a dudar ni voy a decir que es mentira, no pienso negarlo, tampoco. Pero es cierto, ya no es lo mismo. He conseguido dejar de llorarte cada día, pero he de admitir que alguna vez, las lágrimas recorren mis mejillas cuando te recuerdo, cuando pienso solo en ti, cuando te escribo. Pero ya no duele tanto... O, al menos, no siempre me ahogo como antes.

Mi corazón es un alumno limitado que nunca aprende, qué le voy a hacer. Querer es lo que mejor se me da y supongo que el amor siempre resiste mucho más de lo que dura, o, al menos, en mi caso; siempre hay cuestiones en mi piel que solo puede respondermelas tú y solamente tú y... Si vuelves, es curioso, aún si me mandas algún mensaje se me rompen las costuras, se me rompe la seguridad. Pierdo de nuevo el equilibrio, me precipito en ti, el nerviosismo me recorre, las ganas de ti... Bueno... Qué te voy a contar que no sepas ya de mí. Sabes todo... Todo de mí, de mis miedos, de mis ilusiones, de mis sentimientos. Todo.

Pero acabo pensando que acabaste haciendo cosas que me prometiste que nunca harías, me prometiste no dejarme sola, prometiste estar cada vez que te necesitara, cada vez que te llamara, prometiste cuidarme, prometiste volver... Prometiste que solo era yo la única chica que conseguía sacar ese lado que ninguna otra podía, esa que te hacía feliz aun existiendo mil baches en el camino. Pero supongo que ni sientes lo mismo ni ya te hago tanta falta y, aun sintiendo yo lo mismo de siempre, no puedo volver a decirte que te quedes, ya no. Ya no depende de mí, hace tiempo que no depende de mí o quizás nunca podía haber llegado yo a decir nada que te hiciera quedarte pero ya me he quedado sin voz para llamarte a cada momento. Sin voz para decirte que te necesito cada día.


Me enmudecí

Dejaste de ser mi salvavidas... Mi único paracaídas en todo esto. Te retiraste sin más, sin avisar antes de que me golpera con el suelo. Supongo que al final acabó antes de tiempo, aquel que siempre decías que yo perdía y yo insistía en que si lo empleaba en ti, era lo mejor que podía hacer. Y, aunque me pese, sigo creyendo lo mismo. Es mi realidad. Mi verdad.

Va a ser así, rodar y rodar hasta que me paren los pies algunos brazos, y luego me peguen una hostia. Hasta despertar de toda esa realidad que sólo sucede cuando no estás. Es decir, siempre. Pero... Ya me estoy cansando, pero he aquí mis ojeras para recordarme que voy a seguir aunque no quiera. Aunque no me quieras. Qué desesperación tan disfrazada de calma, que ya apenas logra que entre en calor cuando hace no sé cuánto frío que no te veo. Si las cosas salieran como queremos, o si al menos las cosas que queremos no salieran de nuestra vida. Todo iría mejor.



Quién sabe qué dirá el tiempo de nosotros. Solo sé que te di todo, siempre y nunca me arrepentiré haberte dado lo mejor de mí cada día que estuviste a mi lado y cada día que me dejaste de lado. Siempre... ¿Recuerdas? Siempre te lo prometí. Siempre cumplí.



Desconectaré. Lo siento.



Quizás lo entiendas, quizás no. Yo dejé de entenderte. Perdió la lógica. Me perdí yo. Nos perdimos y quién sabe si nos encontraremos. Ya solo veo distancia. 

Solo decirte que intento fingir que no me importa aunque ya sabes, nunca quise fingir ni mentirte y la verdad es que te miento si te digo que no me importas. Que da igual.

Una cosa más... Ya no me atreveré a decirte que te quedes, que te espero. 

Si me quieres, volverás.
No hay más que pensar.


1 de enero de 2014

Recuerdos


Si echo la vista hacia atrás, hace un año todo era distinto a como hoy lo estoy viviendo. Yo era... La chica más feliz después de tanto tiempo, la chica que no dejaba de sonreír, la chica que tenía simplemente a la persona que más quería, a su lado. Sí, Tú, mi niño. Hace un año todo era tan... Diferente.

¿Recuerdas ese fin de año? ¿El del 2012? Estábamos juntos en la cena y a la hora de las campanadas que marcarían el inicio de un nuevo año contigo. Me encantó que me dijeras que querías acabarlo, empezarlo y pasar muchos años así a mi lado. En aquel entonces, te creí. Quería creer que las cosas en mi vida, por una vez, cobraban sentido después de tanto esfuerzo.

¿Cómo ha sido esta despedida de año? Tú no estabas. Tú ya habías desaparecido de mi lado y, ya es imposible remediarlo, ya no hay nada más que hacer por tu parte. No he parado de pensar en ti cada día, de llorarte, de quererte, de ansiarte, de necesitarte, de esperarte... Incluso ayer no soportaba la idea de no pasarlo a tu lado, pero no hay más remedio que ese. ¿Pensaste en mi? Ojalá fuera así, pero es algo que nunca sabré, que nunca me dirás. Nada más iniciar el año deseé que me felicitaras de una forma algo cariñosa pero recibí un frío "Feliz año" de tu parte. Ya no dijiste más, yo te respondí lo mismo, ¿para qué iba a dedicarte más palabras si para ti es ya una tontería incluso el hecho de esperarte? ¿Para qué voy a decirte que te espero y lo mucho que te quiero? No me apetece. Si quieres ver lo que siento, entrarás a este lugar, mi pequeño rincón. Tampoco estoy segura de que no vuelva a decirte directamente que te quiero... Pero creo que dejó de tener sentido pese a querer decírtelo siempre.

Odio que estemos así, en serio. Odio que te comportes como si fueras un simple extraño en mi vida que fue feliz a mi lado, pero que quedó ahí, atrapado en aquel tiempo y muestra, siempre, ese muro contra mi, esa desgana. Esa frialdad que solo grita que has dejado de quererme mientras yo lo sigo haciendo, tontamente, por los dos. Duele que me ignores, que no estés ahí nunca pese a prometerme que nunca me dejarías sola. Creo que no volveré a confiar en las promesas. Una vez te lo dije, "Nunca me prometas si no vas a cumplir, me cuesta confiar y que me prometan es en lo único que veo que van a cumplir con lo que dicen porque yo siempre lo hago, entonces, si me lo prometes... Cumple, por favor". Me dijiste que tenías la misma concepción que yo de una promesa, cumplir, pero también quedó allí atrapado junto a todas las palabras que guardaban cada sentimiento que tenías por mi además de demostrarme cada día cuánto me querías con pequeños detalles.

Para este año... ¿Qué espero? Creo que nada. O quizás sí, volver a ser aquella chica que durante un tiempo, tuvo una sonrisa en sus labios de la que nunca se cansaba. Solo eso.

Se feliz... Gracias por haber compartido este tiempo conmigo.
Si me lees algún día, te quiero.