7 de noviembre de 2016

Masoquismo emocional


Hoy reuní el valor suficiente para preguntarte y así entender el porqué de todo este cambio, de toda esta situación. Esta vez no tenía que ver conmigo, el problema no era yo, no estaba loca... Era más sencillo, su pena era Ella, su cambio era nada más y nada menos que por Ella.

La vida puede dar muchas vueltas.

Por fin tu ausencia tenía razones, 
el karma te la había devuelto.
Ahora estás desarmado, dolido.
Te han roto el corazón,
te lo han hecho añicos.

Dices que ya me entendías pero creo que ahora puedes ver en tu piel todo el daño que me hiciste, todo el dolor que soportó mi corazón por ti. Ahora sientes la esperanza rota abofetearte en la cara tras sentirte cansado, gilipollas, imbécil, impotente al querer arreglar una situación cuando ya es demasiado tarde. Ahora hay dudas, sentimientos encontrados. Ella quizás se rindió también, se cansó de tus idas y venidas, de tus palabras a medias, de no compensar el daño. No lo sé, tan solo sé que tomaste esa decisión tan difícil, la misma que yo tomé en su día.

Desaparecer de su vida.

¿Es cobarde? Sigo queriendo pensar que no, tan solo es una forma de reconstruir los pedazos para volver a creer en alguien. Para volver a creer en ti. Para coger fuerzas.
Y, como dices, tal vez un día te veas con corazón de volver a pronunciar una palabra delante suya, cruzar una mirada... De lo contrario, no volverá a tu vida. Eso dices, hoy.
Te lo recuerdo, hoy.

¿Te viste reflejado en mi?

¿Tú también tienes ese hueco en tu corazón
que no sabías que tenías 
hasta que no lo ocupó 
una dichosa persona?


Lo siento, nadie dijo que fuera fácil. Y lo siento, un día deseé que el daño que me habías hecho se te devolviera. Si existía ese "karma" del que hablaban tenías que sentir cómo el mundo se te hundía. No me siento bien por ello, quiero que seas feliz, nunca debí desear eso con una pequeña parte de mi ser, te lo prometo, con el corazón al descubierto.

Quiero borrar el frío de tus días.


¿Qué pasó conmigo? Lo intenté, salieron de mí las fuerzas que quedaban y confesé. Confesé aquello que quise obviar; aquello que ambos habíamos sentido se quedó atrapado en mí más tiempo del debido pero gracias al pasado mes logré ver que me equivocaba. 
Era la persona que me había enamorado a ratos y otros tantos la que me decepcionó.
Ahora que abrimos las heridas y dejé vulnerable mi corazón, vino una confesión.

Te acojonaste.

Tuviste miedo del sentimiento que te recorría sin previo aviso, de las ganas improvisadas en tan poco tiempo. "Todo era como antes, no me gustaba que fuera así, no tan pronto", dijiste; ¿y qué? ¿Le ponemos freno a los sentimientos? ¿Callamos las palabras y nos ahogamos? ¿Ponemos tierra de por medio y hacemos ver que no hay absolutamente nada aquí?

Eso sí me parece un poco...

Cobarde

No importa, de verdad. Paramos a tiempo algo que quizás no iba a ningún lado y decidiste seguir un imposible hasta romperte, hasta partirte los huesos. Como yo, como aquella que compartió sus sonrisas y sus secretos contigo. Aquella.

¿Ahora?
Tiempo

El tiempo todo lo cura. La guerra entre el corazón y la razón ya comenzó y, como bien comprobaste, la primera victoria fue del corazón para luchar hasta desangrarse, arriesgándose, haciéndose vulnerable. ¿La revancha? La mente jugará bien sus cartas hasta que aprendas a vivir con un sentimiento, hasta que lo obvies, hasta que renuncies a él. Hasta que consigas vivir sin necesitar esos ojos a tu lado.

Si tienes suerte y vuelves tras el paso del tiempo, quizás esa sensación no está.
Si eres como yo, querrás haber huido a tiempo pero cuando realmente desees hacerlo, tropezarás. Pero qué le hacemos, si es así...


Bienvenido al masoquismo emocional